Dr. Darío Cervantes Padilla
El destape de eventos vinculados a los llamados diezmos en la política ecuatoriana ha suscitado una cantidad de reacciones condenatorias justificadas. Pero para entender lo que llamo diezmo-política, es necesario dirigirse a algunos eventos regionales contemporáneos que tienen un poderoso elemento común : la instrumentalización de una creencia para volver realidad la brutal utopía del “ socialismo s. 21 ”.
El primer y fundamental evento al que me refiero es la dinámica impositiva practicada por todos los grupos armados en Colombia a lo largo de su vida violenta, como una de las estrategias de financiamiento de sus actividades organizacionales, revolucionario-terroristas y anti-terroristas. Efectivamente, se trata de los ‘impuestos revolucionarios’ que han impuesto a poblaciones en regiones bajo su influencia que no se limita a sectores rurales sino también urbanos; dentro de este esquema caen no solo la población común sino principalmente hacendados; pequeños y grandes comerciantes; familias con posesiones económicas; inclusive empresas transnacionales.
La estrategia de ‘impuestos revolucionarios’ se reveló como una de las más eficaces y de larga duración, practicada con metodología, esta les ha brindado recursos exponenciales ya que se extendió a lo largo no solo de su país sino que invadió además grandes sectores territoriales fronterizos en Ecuador desde finales de la década de 1980, principalmente en el Carchi. Esta lógica impositiva del conflicto colombiano va a dinamizarse hacia la política ecuatoriana de forma organizada y estructurada.
De hecho, la evolución de esta lógica es premeditada y consciente ya que se trata desde el año 2007, de adaptarla a las necesidades de sostenimiento financiero de la organización política Alianza País para que continuara subsistiendo ya que los supuestos socialistas se dieron cuenta que no se podía hacer política sin finanzas. Es importante aclarar que la diezmo-política no es la única estrategia practicada por el régimen correísta, sino que ésta se inscribe en una estructura bien articulada con ‘coimas’, sobre facturación de costos de obra pública, concesiones de explotación minera, festín petrolero, sobre endeudamiento externo, nombramiento de cargos públicos condicionados, entre muchos otros que han resultado en una corrupción rampante y exponencial a todo nivel.
Por lo tanto la estrategia de diezmo ‘no es un fenómeno aislado’ pues no es el único, y como toda estrategia dentro de la estructura de corrupción del régimen socialista 21, sirve para dos propósitos bien marcados : el primero es mantener financieramente a la organización y sus actividades, lo cual demanda muchos recursos evidentemente; y el segundo que es la creación de una ‘nueva clase económicamente poderosa’ (algo así como nuevos pelucones), por medio del enriquecimiento personal, familiar y clientelista, para mantener el poder compitiendo exitosamente a su turno, con organizaciones políticas tradicionales.
El fenómeno es “bilateral” pues las razones expuestas dejan ver que los diezmos se inscriben en una ‘lógica total’ bien pensada y metodológicamente aplicada. Eso significa que la imposición de esa lógica diezmera “ no ha podido ser posible sin la concurrencia y aceptación de quienes ahora denuncian". Sin ese voluntarismo impositivo bilateral la diezmo política no habría sido factible. Claro que en el caso de cargos públicos en cualquiera de las funciones del Estado: ejecutivo, legislativo, judicial, incluyendo organismos descentralizados en todos los sectores a nivel nacional como por ejemplo alcaldías y prefecturas, muchos se habrán visto ‘obligados’ a aceptar, ya que la oportunidad de trabajar con un sueldo fijo jugoso y con todas las ventajas que ofrece el modelo socialista 21 a sus empleados, pues no les ha sido nada despreciable.
Otra variable explicativa de la diezmo-política, es el factor ‘fidelidad’. En toda organización mafiosa la fidelidad está estructurada por la avidez y el voluntarismo impositivo. La avidez corresponde a la sensación psicopática de pretender llegar a ser monetariamente rico de la forma más ‘rápida y fácil’, igual que en la industria del narcotráfico, un puesto público de dirección en el modelo socialista 21 por mandato de su organización, demanda una fidelidad acérrima. Esta fidelidad solo es factible gracias al poder del dinero, los empleados bien pagados como los sicarios de Pablo Escobar y los empleados públicos del socialismo 21, aseguran esa fidelidad solo si hay excelentes ventajas salariales, es el dinero el único instrumento que asegura la fidelidad en toda organización mafiosa.
El diezmo se constituye además, en una muestra de esa fidelidad: imposición a esa fidelidad como figura retributiva del favor que se le hace a alguien de darle un puesto público especialmente de dirección bien remunerado. También constituye una ‘garantía’ de que será un puesto de larga duración. Reiteramos que quienes se quejan ahora como víctimas deben de alguna forma haber simpatizado con esa figura impositiva salarial escondida a la que llamamos diezmo-política. El problema no ha sido entonces si era legal o no, el problema real es que se trata de una práctica política consciente calculada y bilateral. En conclusión, que cada semana o cada día aparezca un nuevo correísta diezmador y otros diezmados no debe sorprendernos, porque la diezmo-política es un fenómeno generalizado de ‘fidelidad’.
La lógica de la diezmo-política es un ‘impuesto universal en filas’ aplicado por regímenes socialistas del siglo 21, una variante como hemos afirmado, de los impuestos revolucionarios que han financiado a grupos armados terroristas en el mega-conflicto colombiano; una variante también del comportamiento mafioso de la “Camorra italiana” que aterroriza a su vecindario. En fin, una dinámica de fidelidad mafiosa, una de las tantas que estructuran el sistema de corrupción socialista 21, racionalmente construido por un sistema legal favorable que “garantiza su total impunidad”.
Debemos estar claros en algo muy básico: Que dentro del comunismo mal llamado socialismo, todos sus integrantes son ladrones, pertenecientes a diferentes tipos de mafias, pero unidos con el objetivo de robar, asesinar, quitar los derechos de las personas de bien.
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