domingo, 16 de junio de 2024

A 30 AÑOS DEL GENOCIDIO DE RWANDA (1994)

Como 'genocidio', nos referimos a "actos cometidos con intención de destruir o eliminar un grupo o población determinada por concepto de nacionalidad, ethnia o religión". En este documento, como homenaje a las víctimas del crimen contra la humanidad más grave perpetrado desde la segunda guerra mundial, tratamos la gestión humanitaria, explicando las manipulaciones e intereses a los que fueron sometidos las víctimas del "genocidio de Rwanda, registrado entre mayo y julio de 1994.

Para la Comunidad Internacional, una de las crisis humanitarias más extremas por su horror, es la del macabro genocidio de Rwanda sucedido 'hoy' hace 30 años. El centro de Africa, era una región desconocida por la opinión pública de occidente y medios de comunicación internacionales, los mismos que al conocer del genocidio, corrieron para rodar imágenes y films de los que supuestamente huían en calidad de 'víctimas'. Esa creencia fue tácitamente promovida por muchas organizaciones humanitarias, todos creían que los que huían eran las víctimas del genocidio, pero en realidad eran los que hasta mitad de julio de 1994 habían asesinado a más de 800.000 personas de la etnia Tutsi y a cientos de Hutus del ala moderada que guardaban simpatía con grupos democráticos, asesinando también a varios sacerdotes y monjas. 

A finales de julio el genocidio de Rwanda había terminado, pero no por la acción humanitaria o solidaridad de agencias de cooperación u ONGs, tampoco por orden legal internacional de la ONU; ese genocidio terminó porque el brazo armado Tutsi del Frente Patriótico de Rwanda (FPR) logró éxitos militares frente a las tropas Hutus del gobierno genocida. 

El genocidio de Rwanda fue producto de una orquestación macabra del gobierno y sectores de fuerzas militares, que cuando perdían la batalla ante los Tutsi, forzaron a huir a cientos de miles de Hutus hacia Zaire; pero, quienes huían eran en realidad los mercenarios y milicias causantes del genocidio entremezclados con la población civil Hutu desplazada. Los genocidas establecieron campos de refugiados en la entonces Zaire, utilizando a los refugiados y a las agencias de cooperación para captar la ayuda humanitaria; de esta forma, con la ayuda del Alto Comisionado para Refugiados de las Naciones Unidas, los genocidas confundidos en los campos de refugiados lograron reagrupar las milicias, lo que resulto en ataques lanzados desde la República Democrática del Congo (Zaire), a las regiones fronterizas de Rwanda, durante dos años.

Aunque el diagnostico del problema indicaba que se trataba de una crisis de secuestrados, tanto el UNHCR como la marea de organizaciones humanitarias que intervinieron, trataron el problema como crisis de refugiados. Ningún pais miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ofreció cooperación militar para separar las milicias asesinas Hutu, de los refugiados auténticos. El Consejo rehusó participar en la Operación Turquesa, una zona de protección humanitaria para la población civil, creada por Francia en el suroeste de Rwanda. 

Durante dos años los perpetradores de crímenes contra la humanidad, usaron el ingentis humanitario de la comunidad internacional para rearmarse, reclutar y continuar la guerra en Rwanda; luego comenzaron un segundo genocidio contra la poblacion civil Tutsi alojada en el Este de la RDC (Zaire). Decenas de miles de beneficiarios de la ayuda humanitaria eran milicias mercenarias envueltas en continuas matanzas étnicas. de las que la cooperación internacional fue cómplice. 

Este caso muestra además, que las estrategias de manipulación de la ayuda humanitaria son casi idénticas en todos los casos de crisis humanitarias (p.e. el caso de refugiados colombianos en Ecuador), y el carácter seductor de la ingentis humanitaria como agravante político siempre está presente, igualmente irresistibles son las oportunidades que ofrecen las guerras desarrollando crisis humanitarias a otros actores invitados a la macabra escena: hablamos de agentes gubernamentales, ONGs, empresas privadas, agencias internacionales (...).  

El genocidio de Rwanda constituye una lección de critica importancia en los estudios de ciencias políticas, representa además una evidencia sólida que muestra "intereses" de países ajenos a las crisis y junto a grupos privados locales, acostumbran convenientemente instrumentalizar la asistencia humanitaria en su propio interés; son los ganadores; mientras que los perdedores son los masacrados en los genocidios y los desplazados por la fuerza, de sus familias y tierras. Sin duda, del genocidio de Rwanda aún hay mucho que aprender. 


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